UN MUNDO MEJOR ES POSIBLE. Sí, con mayúsculas.
Pero hay que empezar a cambiar pequeñas cosas en nosotros mismos. O acaso no formamos todos parte de él?
Pensar que el mundo va a cambiar o no va a cambiar sin mover yo un dedo es simplemente imposible. Todos contribuimos a que sea como es y todos podemos contribuir a que sea mejor.
Un amigo nos retó hace unos días a hacer un ejercicio. ¿Qué haría yo para que este mundo no se fuera al carajo? Y me pareció una forma muy sana y divertida de meditar en qué grado contribuimos todos a que funcione o no funcione.
Lo cierto es que uno llega a casa pensando en lo dura que ha sido la semana ( que lo ha sido, doy fe de ello) y en lo duros que están los tiempos ( de ello dan fe las noticias, cada día más pesimistas) y en que no puede haber ya nada más por hoy que nos encoja el corazón y de pronto te encuentras con que, cargada de las bolsas de la compra, la mochila del cole, el maletin de trabajo, los abrigos de los niños, el ascensor de casa no funciona. Y te acuerdas de ese mail chistoso llamado "hoy me siento gremlin" y te sientes realmente un gremlim desdeñado y cabreado puesto que tienes que subir cinco pisos andando cargada como una mula hasta el punto que el corazón late haciendote sentir que se va a salir de la caja torácica.
Y piensas que no puede haber nada más por hoy para que el día, la semana, sea realmente horrible.
Después de colocar la compra entre extrasístoles, a la vez que pones una lavadora y preparas la cena mientras intentas grabar en tu disco duro neuronal que mañana no se te olvide comprar las medias del uniforme de tu hija ni devolver la llamada a ese amigo que te dejó un mensaje en el contestador esta tarde, te sientas en el ordenador a revisar el correo y te encuentras con semejante papelón. Un amigo me envía un correo donde me hace la siguiente pregunta: ¿Porqué somos tan necios al destruir la tierra? ¿ Á qué renunciarías en favor del globo terráqueo y por preservar el clima? Todo ello acompañado de una profunda meditación sobre el tema.
Mientras lees las líneas y sientes que las extrasístoles ceden hasta tal punto que incluso el corazón se te para, recapacitas.
En qué punto estamos?
¿Cómo hemos llegado hasta aquí?
¿Quién tiene que responder semejante pregunta?
¿Qué puedo hacer yo?
¿Qué sería capaz de dar yo para que todo fuese mejor?
Pienso que sería capaz de dar las escasas horas de sueño de las que disfruto, de renunciar a mi casi inexistente tiempo libre, de dejar de usar el móvil, de renunciar a mis proyectos laborales , al tiempo que tengo planeado dedicar a hacer un poco de ejercicio, a 3/4 partes de lo que como, a ir en coche cada mañana al trabajo y a volver en el mismo coche cada tarde a casa.
Renunciaría a ir en coche a hacer la compra, a ir en coche al cine. Sería capaz de recorrer andando, los 12 kilómetros que me separan del trabajo cada día. Sería capaz de no volver a contrariarme en el trabajo, de no volver a protestar por tener que madrugar cada mañana. Dejaría de dar importancia a cosas absurdas y a malos entendidos baratos. Creo que sería capaz de mil cosas.
Creo que mientras medito, el corazón empieza a latir rápido y reaparecen las extrasístoles. Mientras medito pienso lo ridículo que es sentir estrés por el exceso de trabajo y me doy cuenta de que mi semana, a fin de cuentas, ha sido maravillosa.
"El viaje más largo es el que se hace al interior de uno mismo" A disfrutar.
Pero hay que empezar a cambiar pequeñas cosas en nosotros mismos. O acaso no formamos todos parte de él?
Pensar que el mundo va a cambiar o no va a cambiar sin mover yo un dedo es simplemente imposible. Todos contribuimos a que sea como es y todos podemos contribuir a que sea mejor.
Un amigo nos retó hace unos días a hacer un ejercicio. ¿Qué haría yo para que este mundo no se fuera al carajo? Y me pareció una forma muy sana y divertida de meditar en qué grado contribuimos todos a que funcione o no funcione.
Lo cierto es que uno llega a casa pensando en lo dura que ha sido la semana ( que lo ha sido, doy fe de ello) y en lo duros que están los tiempos ( de ello dan fe las noticias, cada día más pesimistas) y en que no puede haber ya nada más por hoy que nos encoja el corazón y de pronto te encuentras con que, cargada de las bolsas de la compra, la mochila del cole, el maletin de trabajo, los abrigos de los niños, el ascensor de casa no funciona. Y te acuerdas de ese mail chistoso llamado "hoy me siento gremlin" y te sientes realmente un gremlim desdeñado y cabreado puesto que tienes que subir cinco pisos andando cargada como una mula hasta el punto que el corazón late haciendote sentir que se va a salir de la caja torácica.
Y piensas que no puede haber nada más por hoy para que el día, la semana, sea realmente horrible.
Después de colocar la compra entre extrasístoles, a la vez que pones una lavadora y preparas la cena mientras intentas grabar en tu disco duro neuronal que mañana no se te olvide comprar las medias del uniforme de tu hija ni devolver la llamada a ese amigo que te dejó un mensaje en el contestador esta tarde, te sientas en el ordenador a revisar el correo y te encuentras con semejante papelón. Un amigo me envía un correo donde me hace la siguiente pregunta: ¿Porqué somos tan necios al destruir la tierra? ¿ Á qué renunciarías en favor del globo terráqueo y por preservar el clima? Todo ello acompañado de una profunda meditación sobre el tema.
Mientras lees las líneas y sientes que las extrasístoles ceden hasta tal punto que incluso el corazón se te para, recapacitas.
En qué punto estamos?
¿Cómo hemos llegado hasta aquí?
¿Quién tiene que responder semejante pregunta?
¿Qué puedo hacer yo?
¿Qué sería capaz de dar yo para que todo fuese mejor?
Pienso que sería capaz de dar las escasas horas de sueño de las que disfruto, de renunciar a mi casi inexistente tiempo libre, de dejar de usar el móvil, de renunciar a mis proyectos laborales , al tiempo que tengo planeado dedicar a hacer un poco de ejercicio, a 3/4 partes de lo que como, a ir en coche cada mañana al trabajo y a volver en el mismo coche cada tarde a casa.
Renunciaría a ir en coche a hacer la compra, a ir en coche al cine. Sería capaz de recorrer andando, los 12 kilómetros que me separan del trabajo cada día. Sería capaz de no volver a contrariarme en el trabajo, de no volver a protestar por tener que madrugar cada mañana. Dejaría de dar importancia a cosas absurdas y a malos entendidos baratos. Creo que sería capaz de mil cosas.
Creo que mientras medito, el corazón empieza a latir rápido y reaparecen las extrasístoles. Mientras medito pienso lo ridículo que es sentir estrés por el exceso de trabajo y me doy cuenta de que mi semana, a fin de cuentas, ha sido maravillosa.
"El viaje más largo es el que se hace al interior de uno mismo" A disfrutar.
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