martes, 22 de enero de 2013

Relato corto 1: Querida amiga

Querida amiga

Si hubiera escrito esta carta, en respuesta a la tuya, hace dos meses posiblemente sólo se me hubiera ocurrido decir: ¡¡Sorrooooooo!!!

No soy la única, ni la primera ni la última mujer a la que su marido, de pronto un buen día le dice:” ya no te quiero, y ni siquiera se si te he querido nunca”.

Tampoco soy la única, ni la primera ni la última mujer que tras un hecho así cae en un estado en el que se mezclan sentimientos de incredulidad, culpabilidad, tristeza, desesperanza.

Al principio, como en una nube, como en un sueño, te sigues levantando esperanzada, con fuerzas, como pensando “hoy es el primer día del resto de mi vida. Cómo lo viva dependerá de mí”. Pero de pronto, un día tomas conciencia de que lo que sucede es real, muy real y que no depende totalmente de ti. Y te quedas sin energías.

Sin embargo, hoy, después de dos meses, siento que va a ser diferente. Y eso que ha empezado como todos, con el intermitente insistir de mi despertador, programado 30 minutos antes de la hora a la que me levanto. Horrible y absurda costumbre que provoca que tenga que acordarme del relojero que lo fabricó desde las seis hasta las seis y media de lunes a viernes, cada 7 minutos exactos.

Y en cuanto he abierto los ojos he sentido la necesidad de contestar a tu carta. Y las líneas se van rellenando de forma tan fluida que no quiero parar hasta contarte todo mi proceso.

Me preguntas ¿cómo estás? Y la respuesta hace dos meses hubiese sido un simple: " Estoy". Así, sin más florituras. Simple y solitario. Seguido de un punto final.
Desde la separación, la familia se sumió en una crisis que parece nos unió mucho más, pero que a su vez me sumió a mí en mi propia crisis de identidad. El proceso de la separación me dejó sin fuerzas. Lo viví de forma inconsciente. Como si no fuese conmigo. Aquello no podía ser real. De repente la vida que había vivido hasta entonces, aparentemente feliz, se desvanecía y, lo que es peor aún, parecía que nunca había existido.

Después de este duro proceso empecé mis vacaciones y limpiando la casa de cosas inútiles encontré mi diario. Durante mi retiro a la casa de la playa comencé a leerlo y nadar entre sus líneas me esta ayudando mucho. Me guió en un viaje a lo más profundo de mi ser. Me ayudó a reencontrarme con mi esencia, aquella que con los años había ido desvaneciendo.

Tienes razón. En la sociedad que vivimos, en la ciudad que vivimos, todo se ve mucho más negro. Cuando sales y estás en contacto con la naturaleza, te dan ganas de dejarlo todo y quedarte allí. Pero el trabajo nos obliga a no parar, a no pensar en nuestros sentimientos. Cuando tienes tiempo para pasear, escuchar el ruido del mar, pasear por la playa, sin más compañía que tus pensamientos, no tienes más remedio que dialogar contigo misma y darte cuenta de tu realidad.

Digamos que junto al mar que tanto me gusta y me relaja inicié un viaje de 200000 leguas al fondo de mi alma. Estuve recordando mi pasado, algunos de los episodios que había olvidado y releyendo mi propia vida empecé a entender algunas cosas.

Al principio, siguiendo tus recomendaciones pedí cita con un psicólogo. Pero en realidad fui un solo día a su consulta y sólo conseguí sentirme profundamente ridícula contándole mis penas a aquella desconocida. Tanto, que según salían de mi boca, me parecieron una sarta de estupideces sin fin. Pensé, nada más salir, que era absurdo contar todas aquellas bobadas habiendo problemas tan importantes por ahí. Claro que los problemas de los demás y de por ahí, no son necesariamente los que me hieren el alma. Sin embargo me di cuenta de que la nueva dirección que debía tomar mi vida dependía únicamente de mí.

Me dí cuenta de que debido a mi separación y a todo lo que ha rodeado este triste proceso estaba hundida y tenía miedo de no volver nunca, nunca, nunca, a estar bien. De pronto me dí cuenta de que la fuerza con la que suelo empezar el día, pura inercia, se me iba de las manos.

Me dí cuenta de que hasta ese momento no me había dado el tiempo suficiente para meditar sobre mis experiencias y mis sentimientos. Las horas de cada día se completan con labores que me absorbían todo el tiempo y no me dejaban ni un segundo para pensar sólo y exclusivamente en mí. Hace muchos años, necesitaba de vez en cuando encerrarme en mi habitación con mis cosas, sin hablar, sin pensar en nada en concreto. Sólo me dedicaba a colocar mis cosas, mis libros, mis fotos, mis cartas, mi ropa. Y el pensamiento fluía sólo, sin que yo le guiase. Y sentía tanta paz que salía de nuevo con muchas fuerzas, como el ave fénix. Me dí cuenta de que en ese momento, necesitaba ese tiempo más que nunca.

Tomé conciencia de los problemas de los últimos 2865 días. En todo ese tiempo no había dedicado ni un sólo minuto a estar conmigo misma. Y todo eso se agravó en los últimos dos meses, en los que no quería estar sola ni un solo momento con mis pensamientos.

Nada más encontrar mi diario, leí de un tirón desde 1999, cuando hice mis primeros apuntes, hasta mediados de 2005 y lo único que se me ocurrió pensar en ese momento fue: Socorroooooo!!!!!!!!!!. Dios mío, tenía una tremenda angustia que fue naciendo y creciendo a medida que lo iba leyendo. Tanto que tuve que parar y me puse a llorar para descargar ese nudo de la garganta. En ese momento fui capaz de sacar algunas conclusiones.

La primera, que gracias a tus palabras era capaz de iniciar ese viaje hacia las inexploradas tierras de mis emociones, de su origen y de su comprensión. No estaba segura en ese momento de que me fuese a producir algún beneficio, debido a la angustia que estaba sintiendo, pero tenía la sensación de que pronto vería un poco de luz.
La segunda conclusión que fui capaz de sacar es que mi autoestima ha estado siempre en menos infinito, en el subsuelo, cerca del centro de la tierra. Siempre exigiéndome el máximo, la perfección, siempre viéndome inferior a todo el mundo, como una persona non grata. Supongo que nunca es tarde para explorar tierras desconocidas y para encontrar "tu sitio" en el universo y aprender a sentirte mejor contigo mismo. Tenía la esperanza de conseguirlo, aunque en ese mismo instante me sentía un poco desubicada.
La tercera, que siempre me he sentido muy sola.

De veras que en este instante me sentí muy triste, infinitamente triste, con ese nudo en la garganta y una pequeña opresión en el pecho. Era ansiedad. Lo identifiqué muy bien, y sentí la necesidad de escribir de nuevo para descargar la tensión.
Gracias por enseñarme por dónde buscar. Eres una magnífica terapeuta.

Los días posteriores me sentía como una buscadora de las profundidades y pensaba, a pesar de la angustia, que iba por buen camino. Cuando uno entra en el laberinto de su biografía oculta hay muchas sorpresas detrás de cada esquina, que nos llevan a enfrentarnos con los sentimientos que teníamos enterrados y olvidados.

Las primeras sensaciones de angustia dejaron paso a la serenidad, al redescubrimiento de la niña interior que nos acompaña toda la vida. Los adultos somos niños que hemos crecido y ese niño permanece en nosotros con todas sus cargas positivas y negativas. Reencontrase con esta niña interior y sentir como creció y evolucionó me liberó de la carga. Aprendí a amar a esa niña, a mí misma, por su valor y su fuerza, que hizo que ahora sea quien soy. Aprendí a liberar su alegría, su bondad, su inocencia y sus ganas de vivir la vida. Fue una manera de redescubrir el valor de las pequeñas cosas que nos hacen felices.

En la vida cotidiana hay problemas y situaciones difíciles pero lo que importa es la dirección de nuestros esfuerzos y no perder nunca de vista nuestras metas.

Reencontrándome con mi niña interior he dejado que la tristeza se transforme en alegría e ilusión. Es una alegría por recuperar la niña interior, por reconocer mis valores a pesar de las circunstancias adversas, alegría por ser una persona sensible, capaz de aprender y evolucionar, alegría por tener la familia que tengo y por pertenecer a ese selecto grupo de personas capaces de “ver y sentir”, no sólo de “mirar”.

Este ha sido un momento muy "productivo" y aunque te pueda parecer lo contrario, enriquecedor y de crecimiento. Esto no quita que haya sido un proceso "doloroso", por lo que representa reconocer en una misma sentimientos ocultos, necesidades emocionales no satisfechas, carencias afectivas que tuvimos que suplir cambiando nuestra esencia, ... pero ¡seguimos adelante!

Y una vez "sobrevivimos", experimentamos la vida, acertamos y nos equivocamos, luchamos y desfallecemos... estamos preparados para utilizar todo ello para ser mejores, para ser capaces de tomar conciencia de nosotros mismos, de ser lo suficientemente fuertes para aceptarnos como somos y a nuestras circunstancias presentes y pasadas, de descubrir nuestras auténticas capacidades, nuestro inmenso potencial. Yo diría que descubrimos que somos "seres de luz", que nuestra esencia está llena de sabiduría y armonía. Y cuando tú te reconoces así, eres capaz de ver lo mismo en los demás, su auténtica esencia.

Hay una frase que me parece simplemente genial: "Cualquiera que sea tú situación actual, cualquiera que sea tú pasado, siempre tienes la oportunidad de hacer un alto en el camino, recuperar tú conexión con el universo e iniciar una nueva andadura". El pasado nos ha de servir para aprender, vivir mejor el presente y proyectarse al futuro.

Los hechos de nuestra historia personal marcan nuestras vidas. Aunque a veces nos parezcan desgraciados, son momentos inamovibles que, en ocasiones, nos hacen más fuertes y nos hacen cambiar nuestras prioridades o nos dan una importante lección personal.

Todos pensamos en algún momento que deberíamos cambiar el trabajo, o la pareja, o el lugar donde vivimos... pero ¡ojo! vayamos donde vayamos, tengamos a nuestro lado a quien tengamos, sea este trabajo u otro, siempre estaremos con nosotros mismos. A lo mejor para cambiar lo de fuera hemos de cambiar primero lo de dentro. No quiero decir que no haya que cambiar lo externo, pero de poco servirá si no cambiamos nuestro interior, antes o al mismo tiempo. Lo importante en la vida no son las metas, sino la dirección que tomamos.

Así que me voy a duchar corriendo que llego tarde. Son las siete y cuarto.
Con cariño


Tu amiga Sofía
 
 

No hay comentarios:

Publicar un comentario