Hoy se celebra el día de la mujer trabajadora porque el 8 de marzo de 1857, por primera vez, algunas operarias de Nueva York protagonizaron una protesta para mejorar sus condiciones de trabajo. En marzo de 1859 este grupo de trabajadoras se se reunieron formando un sindicato. No sé si tuvieron mucho éxito porque al parecer, el 25 de marzo de 1911 140 trabajadoras murieron en un incendio a causa de la falta de seguridad en su trabajo.
Así que desde aquí, Felicidades a todas las mujeres trabajadoras. Pero cabría preguntar quienes son las mujeres trabajadoras, porque de una manera u otra la mujer siempre trabaja o ha trabajado. Y no siempre se ha recompensado su esfuerzo económicamente. O es que trabajar en casa merece menos reconocimiento?
Yo pertenezco al club de mujeres y madres que trabajan fuera de casa. Y por lo tanto soy, lo que podría denominarse, una madre imperfecta. Trabajo fuera de casa, más de mil horas al día y delego el cuidado de mis hijos al colegio y a los abuelos. Soy de las mujeres y madres trabajadoras que no duermen más de 5 ó 6 horas al día pensando en las facturas por pagar, en cómo compensar a mis hijos por las horas de ausencia, en cómo conseguir que crezcan de forma sana y equilibrada sabiendo en cada momento relacionarse con sus semejantes, o en cómo conseguir que todas las piezas del puzle encajen. Soy de las madres imperfectas que viven pegadas al móvil y a una agenda. En la agenda, organizo y encajo mi jornada laboral y las reuniones con las citas del alergólogo, el odontólogo o las fiestas de cumpleaños. En la agenda también apunto la lista de la compra para que el sábado por la mañana no se me olvide nada en el hipermercado.
Soy una madre imperfecta que vive preocupada por la educación de sus hijos. Me imagino que le pongo el mismo empeño y dedicación que otras madres pero no sé porqué siempre se empeñan en echarnos la culpa de todo si va mal: si no duermen de un tirón, es porque no les he aplicado el método "X" y les he hecho dependientes; si comen mal es porque les permito todos los caprichos; si se pelean con algún compañero es porque no les presto la suficiente atención. Si no hacen los deberes o no llevan a tiempo la regla para la clase de plástica... pase lo que pase, siempre es culpa nuestra.
Soy la madre imperfecta que sale corriendo por la mañana a medio maquillar y con el pelo a medio secar porque antes de salir recoge las camas, da de desayunar a los niños, les repasa los dientes o les cepilla el pelo, les prepara el tentempié de media mañana y comprueba que sus uniformes estén en perfecto estado o no se quede la luz encendida en alguna habitación.
Soy la madre imperfecta que no desayuna por falta de tiempo, que malcome a medio día ( y por ello pesa "X" kilos de más) para poder acudir a reuniones de trabajo que organiza mientras toma un café de media mañana y para poder hacer todo lo que puede para que el trabajo salga adelante de la manera más perfecta posible y no dejar nada para mañana.
Soy tan imperfecta que cuando llego a casa no tengo tiempo de jugar un rato con mis hijos porque me espera la cena, la lavadora y la plancha y si te descuidas te dan las diez de la noche y los niños ya deberían estar durmiendo hace una hora.
Pero esta madre, mujer, hija, esposa, hermana trabajadora e imperfecta es feliz en su imperfección.
Así que desde aquí, Felicidades a todas las mujeres trabajadoras. Pero cabría preguntar quienes son las mujeres trabajadoras, porque de una manera u otra la mujer siempre trabaja o ha trabajado. Y no siempre se ha recompensado su esfuerzo económicamente. O es que trabajar en casa merece menos reconocimiento?
Yo pertenezco al club de mujeres y madres que trabajan fuera de casa. Y por lo tanto soy, lo que podría denominarse, una madre imperfecta. Trabajo fuera de casa, más de mil horas al día y delego el cuidado de mis hijos al colegio y a los abuelos. Soy de las mujeres y madres trabajadoras que no duermen más de 5 ó 6 horas al día pensando en las facturas por pagar, en cómo compensar a mis hijos por las horas de ausencia, en cómo conseguir que crezcan de forma sana y equilibrada sabiendo en cada momento relacionarse con sus semejantes, o en cómo conseguir que todas las piezas del puzle encajen. Soy de las madres imperfectas que viven pegadas al móvil y a una agenda. En la agenda, organizo y encajo mi jornada laboral y las reuniones con las citas del alergólogo, el odontólogo o las fiestas de cumpleaños. En la agenda también apunto la lista de la compra para que el sábado por la mañana no se me olvide nada en el hipermercado.
Soy una madre imperfecta que vive preocupada por la educación de sus hijos. Me imagino que le pongo el mismo empeño y dedicación que otras madres pero no sé porqué siempre se empeñan en echarnos la culpa de todo si va mal: si no duermen de un tirón, es porque no les he aplicado el método "X" y les he hecho dependientes; si comen mal es porque les permito todos los caprichos; si se pelean con algún compañero es porque no les presto la suficiente atención. Si no hacen los deberes o no llevan a tiempo la regla para la clase de plástica... pase lo que pase, siempre es culpa nuestra.
Soy la madre imperfecta que sale corriendo por la mañana a medio maquillar y con el pelo a medio secar porque antes de salir recoge las camas, da de desayunar a los niños, les repasa los dientes o les cepilla el pelo, les prepara el tentempié de media mañana y comprueba que sus uniformes estén en perfecto estado o no se quede la luz encendida en alguna habitación.
Soy la madre imperfecta que no desayuna por falta de tiempo, que malcome a medio día ( y por ello pesa "X" kilos de más) para poder acudir a reuniones de trabajo que organiza mientras toma un café de media mañana y para poder hacer todo lo que puede para que el trabajo salga adelante de la manera más perfecta posible y no dejar nada para mañana.
Soy tan imperfecta que cuando llego a casa no tengo tiempo de jugar un rato con mis hijos porque me espera la cena, la lavadora y la plancha y si te descuidas te dan las diez de la noche y los niños ya deberían estar durmiendo hace una hora.
Pero esta madre, mujer, hija, esposa, hermana trabajadora e imperfecta es feliz en su imperfección.
Feliz de poder estar pendiente de los demás más que de una misma, o de preparar el bizcocho o la tortilla de patata sin huevo para su hija alérgica. De perder el tiempo leyendo todos los etiquetados de los productos envasados para que su hija no tenga una reacción anafiláctica.
Feliz de saber que esa imagen de madre supermegaorganizada, con cinco hijos todos perfectos e impecables, superdelgada, atlética, supermegaperfectamente maquillada y peinada, siempre sonriente, con tiempo para ir al gimnasio o de compras con las amigas, no es más que una imagen de las revistas lejos, muy lejos de la realidad.
Porque, a pesar de su imperfección, esta mujer está orgullosa de ser madre, esposa, hija, hermana y de trabajar en lo que le gusta.
Así que Feliz día de la mujer trabajadora, para todas aquellas mujeres que trabajan dentro o fuera de casa.
Porque, a pesar de su imperfección, esta mujer está orgullosa de ser madre, esposa, hija, hermana y de trabajar en lo que le gusta.
Así que Feliz día de la mujer trabajadora, para todas aquellas mujeres que trabajan dentro o fuera de casa.
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