martes, 17 de marzo de 2015

la muerte no es una quimera

Por mi trabajo estoy en contacto estrecho con la vida, la muerte y el sufrimiento.
Ya llevo unos cuantos años a golpe de fonendo y por mi consulta han pasado montones de personas de todas las edades, culturas y credos, por lo que puedo decir, creo que con buen criterio, que sobrevivir a un hijo es una de las experiencias más duras que puede vivir el ser humano.
En el mar de colores que es la consulta del médico de familia, a veces comparto momentos alegres como la llegada a este mundo de un nuevo hijo o tristes por la desesperación de aquellos que no pueden ser padres mientras otros deciden voluntariamente y sin el menor reparo acabar en un momento con esa vida que comienza a gestarse alegando, simplemente, que ahora no me viene bien, o por la vivencia de enfermedades crónicas invalidantes o incurables.

En este mundo de contrastes, esta semana predomina el gris porque la balanza que equilibra los momentos de vida y los momentos de muerte de mi día a día se ha inclinado hacia la muerte.
Y entre paciente y paciente, el médico de familia tiene que intentar recomponerse para partir de cero. En tiempo récord, con una cadencia de cinco minutos que es lo que dice mi agenda que tiene cada paciente para ser atendido. Porque cada nombre en tu agenda necesita de tu mejor sonrisa y de tu mejor predisposición para atender sus problemas.
Pero que me diga alguien cuál es la fórmula para poder pasar página cuando a las cuatro de la tarde sientes un estremecimiento mientras escuchas a una madre rota por el dolor porque la muerte irrumpió en escena, como tantas veces, de madrugada,  hace ya tres años para arrebatarle a su único hijo. Son de estos momentos que yo denomino "se paró el reloj". No hay reloj, no hay lista, no hay teléfonos, no hay pantalla del ordenador para cumplimentar los protocolos de la historia clínica. Sólo hay dos personas que conectan a través de la mirada y la palabra.
Porque sus ojos tristes, como sin vida, se llenan de lágrimas al recordarle. Y, aunque el motivo que la trae hoy a verme es otro, cuando se despide me suelta, de sopetón, sin anestesia que "Yo sé que la vida sigue, continúa hacia adelante sin él y sin darse cuenta de que yo me quede anclada en aquel momento.  Intento cada día vivir lo mejor que puedo. Sé que hay personas a mi alrededor que me quieren y me acompañan para que yo siga adelante. Pero, doctora, yo he muerto en vida. Y no hay cosa que ansíe más que me llegue el momento de la muerte para poder estar con él".
Y, en estos momentos "se paró el reloj" no puedes hacer nada más que acompañar y abrazar en el dolor.
Dijo Epicuro de Samos que la muerte es una quimera: porque mientras yo existo, no existe la muerte; y cuando existe la muerte, ya no existo yo.

Esta madre no vive una quimera. Como bien dice ella, ha muerto en vida. Porque no se me ocurre tristeza más grande para una madre que enterrar a  un hijo.
Cuando éramos niños
los viejos tenían como treinta
un charco era un océano
la muerte lisa y llana
no existía.

Luego cuando muchachos
los viejos eran gente de cuarenta
un estanque era un océano
la muerte solamente
una palabra

Ya cuando nos casamos
los ancianos estaban en los cincuenta
un lago era un océano
la muerte era la muerte
de los otros.

Ahora veteranos
ya le dimos alcance a la verdad
el océano es por fin el océano
pero la muerte empieza a ser
la nuestra.


Mario Benedetti





miércoles, 11 de marzo de 2015

Descubriendo el Mindfulness: el cazador que persigue dos conejos no atrapa ninguno.


Si, ya lo sé.
El mindfulness no es nada nuevo, aunque he de reconocer que para mí, sí. No había oído hablar de él hasta que hace unas semanas una amiga del colegio me sugirió utilizarlo en el centro de salud para los pacientes. Así que, en cuanto tuve oportunidad, me decidí a buscar información al respecto. Y en esas estamos.

Según voy leyendo me voy dando cuenta de que, si lo piensas detenidamente, no nos dice nada nuevo. Al fin y al cabo es una técnica que utilizan los budistas desde hace ya unos cuantos cientos de años y es algo que de forma intuitiva hacen muchas personas: Tomar conciencia del momento presente.
El mindfulness se ha traducido al castellano como atención plena, que viene a ser una forma de decir estar concentrados en el aquí y en el ahora, con nuestros cinco sentidos, pero sin juzgar y con aceptación.
En una sociedad cada vez más acelerada y estresada, muchos de nuestros males se pueden resumir en que estamos "infoxicados". Saltamos de una tarea a otra, de una actividad a otra, sin prestar muchas veces atención a ninguna de ellas, generando frustración porque tenemos la sensación de no llegar a ningún sitio ni poder abarcar todas las tareas. Y lo que es peor, sin prestar atención a lo que sentimos ante las situaciones presentes, perdiendo el tiempo en lo vivido en el pasado o en o que tememos o creemos que nos deparará el futuro. 
Y si no, que levante la mano quien no ha vivido alguna de estas situaciones:
1. Comer sin masticar ni saborear el plato mientras mantenemos una reunión de trabajo o vemos la televisión.
2. Llegar al destino sin haber sido conscientes del trayecto en coche.
3. Juzgar las situaciones como buenas o malas y, en función de ello, aceptarlas o rechazarlas.
4. Olvidar o tirar cosas por descuido
5. Empezar una tarea y abandonarla a los pocos minutos para atender una llamada o para realizar otra tarea.
6. Oír sin escuchar lo que nos dicen
El concepto atención plena implica tomar conciencia del momento presente, sin juzgar y con aceptación.
Es muy frecuente en nuestra sociedad pasar de puntillas por el ahora distraídos por alguna situación pasada o ensoñaciones sobre el futuro.
El precursor del mindfulness, como medio para reducir el estrés, es John Kabat Zinn, que fundó en 1979 el Centro de midfulness en Masachussets  y desarrolló un programa de reduccion de estrés basado en la conciencia plena (conocido como MSBR, Mindfulness based stress reduction) en 8 semanas.
Hay estudios neurobiológicos que demuestran que un elevado nivel de atención se correlaciona con niveles bajos de neuroticismo, alexitimia, ansiedad, depresión y somatización y elevada inteligencia emocional así como baja hostilidad, impulsividad y vulnerabilidad a la aparición de enfermedades psiquiátricas.
Además, se sabe que las personas con tendencia a la depresión tienen predominancia en la actividad neuronal de la región prefontal derecha del cerebro mientras que las personas con mayor capacidad para regular sus emociones tienen más activada la izquierda. Estos estudios han descubierto que tras ocho semanas de meditación regular, empieza a desarrollarse más el lado izquierdo y que los meditadores tienen mayor densidad neuronal,  mayor capacidad para procesar la información y niveles de estrés y ansiedad bajos y que el estado de atención plena nos permite ser más creativos y empáticos.
La atención plena ayuda a aumentar la concentración, a disminuir automatismos, a frenar la impulsividad, a aceptar la realidad tal y como es y a disfrutar del presente, a disminuir la ansiedad y  a fomentar el autoconocimiento
El mindfulness también se ha aplicado en el ámbito de la medicina y hay muchos estudios que avalan su eficacia en el tratamiento de pacientes con fibromialgia, trastornos obsesivos compulsivos, trastorno depresivo, trastorno de ansiedad generalizada, adicciones, dolor crónico y en el abordaje del burnout en profesionales sanitarios (Evaluación de la efectividad de un programa de mindfulness en profesionales de atención primaria)
Además, se están desarrollando algunos proyectos en el ámbito de la pediatría ( Mindfulness en Pediatría: el proyecto “Creciendo con atención y consciencia plena” ) con el objetivo de aprender  a gestionar las capacidades de control sobre la  salud desde la atención y consciencia plena.
En el ámbito de la salud se han demostrado beneficios también en los profesionales sanitarios, mejorando la introspección y permitiendo desarrollar aspectos más humanistas y habilidades como el afrontamiento del estrés y la empatía puesto que el estar atento disminuye la tendencia a cargar con as emociones negativas de otros.
Se puede aplicar de forma individual o en grupo y, a diferencia de los tratamientos farmacológicos, su eficacia se mantiene durante más tiempo puesto que el individuo integra estas habilidades a su vida diaria.
El inconveniente principal es que se requiere el compromiso activo del paciente ya que, en palabras de Daniel Goleman, "La atención es un músculo que se debe entrenar” 

 Andy Puddicombe. Mindfulness 10 minutos
Seguiremos buceando.

domingo, 1 de marzo de 2015

Relato corto. Llega la primavera

Dicen que se empieza a notar el calor de la primavera, pero el único tacto que siento hoy es el frío metal de mi fonendo.
Parece que empiezan a salir las primeras flores, pero el único mundo que veo hoy son estas cuatro paredes grises que me rodean.
Echo de menos el calor de sus abrazos.
Esta distancia me duele y me presiona y me acelera y me quita el aire y me quema el alma.
Esta distancia me está matando.
Mata nuestra alegría.
Acaba con nuestros proyectos.
Roba nuestro tiempo.
Un día más.
Día a día.