Una antigua leyenda griega cuenta que el rey de Frigia, Gordias, había ofrendado su carro a Zeus en agradecimiento por haberle concedido el trono.
El carro dado al dios quedó guardado en la fortaleza de la ciudad, atado por una cuerda con un nudo tan complicado que nadie podía deshacerlo.
Se había prometido el imperio de toda el Asia a quien lograse desatarlo, pero aun así el nudo permaneció invicto hasta que Alejandro, el joven hijo de Filipo de Macedonia, llegó a Frigia.
Cuando se le planteó el desafío del nudo gordiano, el joven conquistador desenvainó su espada y lo cortó de un solo golpe.
En el español de hoy, llamamos nudo gordiano a toda dificultad insoluble o para la cual parece no haber solución.
¿Habrá que tratar nuestra actual situación de la misma forma que Alejandro para liberar el carro de Gordias?
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