jueves, 17 de enero de 2013

Aprender idiomas

 A pesar de mis dificultades con el inglés, fruto, por otro lado de haber abandonado el estudio del mismo por falta de tiempo y de necesidad, creo que no se me dan mal los idiomas. De hecho, aunque finalmente me decanté por mi primera vocación, tuve momentos en mi infancia y adolescencia en las que me interesé por el derecho (quizá por que por aquellos días había una serie llamada Vida de Estudiante y que, como dice el título, trataba sobre la vida de un grupo de estudiantes de derecho, creo que una de ellas, la empollona, se llamaba Elizabeth Logan) o periodismo (pero de los reporteros a pie de cañón...no de prensa rosa) o psicología e incluso filología.
 
 Mi primera vocación pudo más que cualquiera de las otras cuatro pero creo que en el fondo me siguen atrayendo todas ellas. No he hecho ningún master ni curso de especialización en derecho pero sé bastante de temas legales que se relacionan con mi trabajo habitual. No estudié periodismo pero en el fondo me paso el día haciendo trabajo de campo, buscando información desde la fuente, contrastando las versiones. Lo poco que estudié de psicología en la carrera me resulta realmente útil en mi trabajo y los idiomas siguen atrayendo mi atención por mera curiosidad o por necesidades de comunicación cuando uno viaja.

En grecia hice mis pinitos con el griego. Tanto es así que además de aprender a decir Kalimera (Καλές Ημέρες), Kalispera (Καλό απόγευμα) y Kalinitka (Καλή νύχτα) (es decir buenos días, buenas tardes y buenas noches; realmente útil, jajajaja) aprendí a pedir agua (Νερό neró) agua fría (κρύο Νερό crío neró) a ser posible por favor (Παρακαλούμε paracaló) y a dar las gracias ( Ευχαριστίες efjaristó): Crío Neró paracaló. Fue en el viaje fin de carrera. Recuerdo un día que guía en mano se me ocurrió coger yo solita un autobús de vuelta de cabo Sunion a Atenas, sin mis compañeros. Ellos decidieron quedarse haciendo fotos y yo preferí regresar a Atenas para visitar el Partenón. Como el autobús tomó un rumbo distinto al de ida me entraron dudas y me dirigí en inglés al conductor. Al no entenderme eché mano de la guía y como pude le pregunté que si iba a atenas (Athina). Me dijo que sí. No obstante me quedé con la duda un rato hasta que decidí preguntar a otra persona. Y aquí vino el problema. Pregunté en griego y me respondieron en griego. Rápidamente busqué en la guía lo siguiente: Den sas katalaveno....xenós. (Δεν καταλαβαίνω) Quería decir: no entiendo....extranjera. Dió igual. La señora me cogió la guía y se pasó todo el trayecto explicandome vete tú a saber qué a través de las fotos de la misma. Menos mal que a pesar de todo llegué a buen puerto.

En Italia también hice mis pinitos para aprender el idioma. Aquí no hay mucho mérito ya que se parecen mucho el español y el italiano. Además nos entendemos bastante bien.
En COU, atraida por el ruso y el alemán intenté apuntarme a un curso de ruso pero no encontré dónde y me tuve que conformar con las nociones que me enseñó un compañero de clase. Me aprendí el alfabeto cirílico entero (me pasaba el día transformando palabras en español al alfabeto ruso) y algunas palabras como Priviet (hola) o do svidániya (adiós) o Krasnaia ( que se puede traducir como roja pero que equivale a bonita) Así se llama la Plaza Roja de Moscú. De alemán di un año ( Entzuldigung wo ist die toilette? Da Drüben, o woher komst du? Ich kommen aus Spanien).....Como veis, picoteando de muchos sitios no se abarca. El alemán lo estudié durante un año y sé ( porque me lo han dicho nativos) que mi pronunciación era muy buena y también recuerdo aún muchas cosas. Es una pena que no continuase con las clases. Pero mi carrera me absorbía todo el tiempo.
Cuando acabé la carrera, la especialidad la hice fuera de Madrid. Para costearme el alquiler, compartí piso con otras tres compañeras de residencia. Una de ellas era polaca. Su facilidad para aprender castellano ( estudió el idioma a la vez que preparaba la oposición llamada MIR para poder optar a la especialidad en ESpaña y aprobó a la primera) contrastaba con mi imposibilidad para pronunciar las cuatro cosas que le pedí que me enseñase. Es que hasta hola es impronunciable, con mil consonantes y una sola vocal (Cześć). El problema viene porque nosotros tenemos 5 vocales pero ellos tienen algunas más y ya con 23 años es difícil que puedas aprender otros fonemas.
No conozco el euskera pero puedo asegurar que el polaco es difícil de verdad.
Mis últimos pinitos con idiomas complejos han sido con el japonés ( date por perdido si no llevas acompañante en Tokio) y con el húngaro.
Yo, en mi afán por ser amable allá donde voy pregunté a la guía que nos enseñaba Budapest: ¿ cómo se dice adiós?
Ella, que hablaba perfectamente el castellano me dijo con toda naturalidad: vitszontlatasrav (realmente significa hasta la vista). Me lo escribió y todo. Pero al ver mi cara de sorpresa me indicó que podía utilizar la forma abreviada (viszlat) o sziá ( que es la forma más coloquial o informal).
Así que, puedo afirmar que el polaco y el húngaro están entre los idiomas más difíciles de aprender. Quizá por ello a ellos les resulta más fácil aprender otros idiomas.
Jó Napot ( buenas noches)


Como para ir sin guía por Tokio

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