miércoles, 16 de enero de 2013

Renuncias

Estudiar medicina y después ejercerla me ha obligado a hacer muchas renuncias.
Me consta que no soy la única.
La renuncia que más me ha costado es ejercer el oficio de madre todo el tiempo que hubiera deseado.
Mi hijo comenzó a caminar justo el día que cumplía los 10 meses. El mismo día que su madre estaba en un curso de actualización en patología digestiva.
A veces veo con cierta envidia a otras madres que llevan a sus hijos al colegio, después se toman un café para charlar amigablemente con otras, después acuden a recogerlos a la salida para llevarles a sus clases extraescolares o a catequesis. O pueden ir a las tutorías a horas normales, a las reuniones de colegio, pueden revisar los deberes a horas normales, charlar con otras mamás mientras están en clases extraescolares.
Ese tipo de cosas que no he podido hacer por estudiar, actualizarme en cursos, trabajar en horarios imposibles.
Imagino que todos los oficios requieren seguir actualizándose y hacer cursos de formación continuada pero lo que sí sé con certeza es que raro es el día que no tengo que coger un libro o hacer un curso para seguir actualizandome.
A veces pienso si mis hijos echarán en falta el tiempo que no les puedo dedicar o si algún día me lo echarán en cara.
 
Creo que todo lo que he conseguido ha sido a base de mucho esfuerzo. Seis años de estudio, un verano entero estudiando el MIR, tres años de especialización hospitalaria. Seis años estudiando una oposición para conseguir plaza.
 
Nada que no hayan hecho mis compañeros de profesión. Años de estudio, esfuerzos y renuncias.
 
Por eso a veces pienso que es una pesadilla que nuestro jefe, nuestro consejero de sanidad, ningunee la formación de los profesionales que cada día sacan adelante el trabajo en los centros de salud y en los hospitales ofreciendo una imagen a la población general de que son personas interesadas solo en mantener su puesto, su sueldo, su estatus, manipuladas por los sindicatos. Que nuestro jefe lance la idea de que somos mentirosos, de que manipulamos a los usuarios.
 
Sin embargo estoy viviendo un sueño. Un sueño en el que por fin todos nos hemos unido y de forma pacífica, con argumentos, estamos demostrando día a día que se puede ahorrar en momentos de crisis sin perder un ápice de la universalidad y equidad de nuestro sistema sanitario.
 
Ojalá el sueño de que nuestros jefes escuchen y recapaciten se haga realidad.
 
Ojalá tantas renuncias obtengan su fruto.

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