La Semana Santa, para mí tiene un significado muy especial desde pequeña. Siempre he ido a Alcabón en estas fechas y allí, todo el mundo va a los oficios y a las procesiones, por lo que desde siempre he vivido cada momento con gran intensidad. Aunque reconozco que de pequeña se me hacían largos y a veces aburridos. Pero no hay sonido que me extremezca más que los tambores y trompetas con su rítmico y repetitivo cantar acompañando en los oficios, en las procesiones, o tocando diana a las cinco de la mañana para ir a "Las Caídas".
La primera vez que escuché su sonido en la misa del Domingo de Resurrección sentí un escalofrío que me recorrió el cuerpo entero.
La primera vez que escuché su sonido en la misa del Domingo de Resurrección sentí un escalofrío que me recorrió el cuerpo entero.
Me gusta mucho vivir la Semana Santa de mi pueblo. Pero llevo un par de años, que por motivos de trabajo, me resulta difícil acudir. Y no puedo asistir a los oficios del Jueves Santo, con el lavatorio de los pies, ni a los del Viernes Santo, en los que se escenifica la entrega de Jesús, el beso de Judas. Ni la procesión que llamamos "Las Caídas" a las seis de la mañana. Ni la procesión del silencio, al atardecer, hacia el cementerio.
Mi madre va siempre corriendo porque la pobre se pega una buena paliza a cocinar para toda la familia. Aunque reconoce que es cansado, en el fondo disfruta como una enana y su ego sube como la espuma cuando todos alabamos sus habilidades culinarias. Porque ella dice que no sabe, pero lo cierto es que es una excelente cocinera.
Desde el mismo viernes de Dolores su cocina es una mezcla de olores a potaje, albóndigas de bacalao y torrijas.
Quedarse en Madrid también tiene su recompensa ya que aquí también hay procesiones imponentes en el centro de la ciudad.
No obstante la Semana Santa se vive en mi casa en el plano más espiritual. Las procesiones, el potage y las torrijas están bien para mantener las tradiciones pero nosotros lo vivimos desde la fé. Allá donde estemos no nos perdemos nunca una de las celebraciones más importantes de la Iglesia: la Vigilia Pascual. Empieza a las once de la noche y se prolonga por dos horas o incluso dos horas y media.
Comienza en la calle donde se hace un fuego que se bendice para encender el Cirio Pascual. Este cirio representa a Cristo Resucitado y las letras alfa y omega que simbolizan el principio y el fin. Cada feligrés porta una vela que es encendida directamente desde el Cirio Pascual y a continuación todos entran en un templo que permanecerá a oscuras hasta bien entrada la ceremonia. Una vez colocado el Cirio junto al altar o al ambón se calta el Exultet o pregón pascual y comienza la liturgia de la palabra.
En cualquier ceremonia dominical las lecturas son tres (una del Antiguo Testamento, seguida del Salmo, otra del Nuevo Testamento y la tercera de los Evangelios).
En esta ocasión son siete las lecturas ya que mientras se mantienen el templo a oscuras se van recitando lecturas del Antiguo Testamento que hacen referencia a la Creación y al plan salvador de Dios. Cada lectura va seguida de su propio salmo. Una vez escuchadas las lecturas del Antiguo Testamento se canta el Gloria que, hasta este momento, no se había cantado en ningún momento de la Cuaresma ni la Semana Santa. Continúa una lectura del Nuevo Testamento y el Evangelio.
Una vez terminada la liturgia de la palabra, todas las luces del templo se encienden y se procede a recordar los sacramentos del Bautismo y de la Confirmación. Esta noche es, tradicionalmente el momento en el que los nuevos cristianos reciben el bautismo.
La tercera parte es la liturgia eucarística, en la que se comulga, generalmente bajo las dos especies, el pan y el vino.
Desde el mismo viernes de Dolores su cocina es una mezcla de olores a potaje, albóndigas de bacalao y torrijas.
Quedarse en Madrid también tiene su recompensa ya que aquí también hay procesiones imponentes en el centro de la ciudad.
No obstante la Semana Santa se vive en mi casa en el plano más espiritual. Las procesiones, el potage y las torrijas están bien para mantener las tradiciones pero nosotros lo vivimos desde la fé. Allá donde estemos no nos perdemos nunca una de las celebraciones más importantes de la Iglesia: la Vigilia Pascual. Empieza a las once de la noche y se prolonga por dos horas o incluso dos horas y media.
Comienza en la calle donde se hace un fuego que se bendice para encender el Cirio Pascual. Este cirio representa a Cristo Resucitado y las letras alfa y omega que simbolizan el principio y el fin. Cada feligrés porta una vela que es encendida directamente desde el Cirio Pascual y a continuación todos entran en un templo que permanecerá a oscuras hasta bien entrada la ceremonia. Una vez colocado el Cirio junto al altar o al ambón se calta el Exultet o pregón pascual y comienza la liturgia de la palabra.
En cualquier ceremonia dominical las lecturas son tres (una del Antiguo Testamento, seguida del Salmo, otra del Nuevo Testamento y la tercera de los Evangelios).
En esta ocasión son siete las lecturas ya que mientras se mantienen el templo a oscuras se van recitando lecturas del Antiguo Testamento que hacen referencia a la Creación y al plan salvador de Dios. Cada lectura va seguida de su propio salmo. Una vez escuchadas las lecturas del Antiguo Testamento se canta el Gloria que, hasta este momento, no se había cantado en ningún momento de la Cuaresma ni la Semana Santa. Continúa una lectura del Nuevo Testamento y el Evangelio.
Una vez terminada la liturgia de la palabra, todas las luces del templo se encienden y se procede a recordar los sacramentos del Bautismo y de la Confirmación. Esta noche es, tradicionalmente el momento en el que los nuevos cristianos reciben el bautismo.
La tercera parte es la liturgia eucarística, en la que se comulga, generalmente bajo las dos especies, el pan y el vino.
La ceremonia es larga y mi hija termina agotada y somnolienta pero le gusta vivir conmigo y sus abuelas una noche cargada de magia, emoción y alegría para todos aquellos que creemos.
Como comparto contigo esos sentimientos y esas sensaciones. Sólo que yo por otros motivos llevo sin ir en semana santa unos años. PERO ALLÁ donde voy la vivo con mucha fe y devoción tal y como aprendí de mis padres en especial mi madre. Pero me ha encantado tu reflexión pues me has transportado a mi niñez., juventud y a mis auténticas raíces. GRACIAS POR ELLO.
ResponderEliminarGracias Carlos
ResponderEliminarPara mí la semana Santa es muy importante y la de Alcabón, en concreto, me encanta.
Lástima que no siempre puedo ir a disfrutar de ella.
Un saludo.