miércoles, 27 de febrero de 2013

Vivir con miedo

¿Quién no ha sentido miedo alguna vez?
Es imposible no haber sentido miedo en algún momento de nuestra vida. Miedo a la enfermedad, miedo al dolor, miedo a perder la estabilidad laboral, miedo a perder un ser querido, miedo a la propia muerte, miedo ante la incertidumbre. Yo creo que sólo los inconscientes viven sin miedo a nada.

Hace unos años, mientras estaba dedicada más a la gestión que a la medicina, acudí a un curso de nombre curioso " Los miedos del líder". Fui un poco por curiosidad y otro poco invitada por una amiga. Y lo cierto es que tanto el contenido como la ponente me sorprendieron gratamente.

Se trataba de Pilar Jericó, una mujer joven y decidida con un impresionante curriculum a sus espaldas. Doctora en Organización de Empresas, licenciada en ciencias económicas y empresariales. Ha dedicado mucho tiempo y esfuerzo a trabajar sobre el talento y el impacto del miedo en el desarrollo de las empresas. Me dedicó su libro "No miedo" que guardo como oro en paño. Años más tarde publicó otro que también es de interesante lectura "Héroes cotidianos, descubre el valor que llevas dentro".

Vivir con miedo no es malo, pero es importante distinguir entre el miedo equilibrante y el tóxico.
 
El primero es el que nos ayuda a sobrevivir, a evitar situaciones que pongan en peligro nuestra integridad. El segundo es el que nos paraliza y hace que no seamos capaces de seguir adelante, poniendo en riesgo nuestro bienestar.
 
Es fundamental sobreponerse al miedo. El valiente no es aquel que no tiene miedo, sino el que es capaz de sobreponerse a él y seguir adelante a pesar de él. Es fundamental no perder la cabeza y ser capaz de analizar cada situación para luchar contra el miedo paralizante.

En estos momento, en mi consulta, tengo autéticos héroes.  Hombres y mujeres que son ejemplo de lucha y que,  a pesar de tener el marcador en contra y quedar poco para el final del partido, no tiran jamás la toalla porque, como dijo alguien una vez..."mientras hay vida, hay esperanza".
 
Extracto de la conferencia "Miedo; cómo vencerlo" de Pilar Jericó. Bilbao 13 de marzo de 2006

Todos sentimos miedo en nuestra vida. Gracias a él hemos llegado a sobrevivir como especie.(..)

El miedo es una emoción con la que nacemos, pero que se puede ir modulando a través de la propia educación, el entorno, la cultura, etc.

Los griegos lo explicaban muy bien a través de la mitología: Venus, diosa del amor, mantuvo un romance con Marte, dios de la guerra. De él nacieron cinco hijos: Cupido (dios del amor erótico), Anteros (dios del amor correspondido), Concordia (diosa del equilibrio y la belleza), Fobos (la fobia) y Deimos (el miedo). Como vemos, el miedo por tanto procede de la unión del amor y la guerra.
¿Esto qué quiere decir?. Que en la medida en que nosotros queramos o amemos algo temeremos perderlo.(...)

Cuando nos encontramos ante una situación de miedo nuestro cuerpo sufre una serie de cambios: el corazón palpita con más velocidad para enviar sangre a las extremidades y al cerebro, las pupilas se dilatan, y se producen tres hormonas: la adrenalina, la noradrenalina y los corticoides, también llamados hormonas del miedo. Los corticoides impiden que se produzca la conexión entre nuestras neuronas, la sinapsis, que como sabemos es la base de la creatividad.
Por tanto, es biológicamente imposible que una persona sea capaz de desarrollar todo su potencial cuando vive en una situación constante de miedo. Se paraliza.(...)
¿Cómo podemos conquistar el miedo?
Existen varios pasos para conseguir que el miedo no nos paralice:
1. Aceptar que tenemos miedo. Sabemos que todos lo padecemos y no es un síntoma de debilidad reconocerlo.
2. Identificar cuál es nuestro miedo. A veces no es fácil reconocerlo. En ese caso lo mejor es centrarnos en la otra cara de la moneda: ¿cuál es nuestra motivación?: En función lo que nos motive tendremos miedo a perderlo.
3. Mirar al miedo a la cara y hacerlo concreto. Nuestro peor enemigo siempre es nuestra propia cabeza. Nosotros somos capaces de imaginar cosas mucho peores que la realidad. Por eso son tan peligrosos los miedos ambiguos. Cuando un jefe te dice: "haz esto o atente a las consecuencias", probablemente pensemos en unas consecuencias mucho más dramáticas que las que luego realmente sucederán.
Victor Frankl fue un psiquiatra judío que pasó la segunda guerra mundial en varios campos de exterminio, entre ellos Auswitz. Según él, no se salvaron de aquel infierno los más fuertes, ni los más cultos, ni los mejor preparados, sino aquellos que tenían una motivación más allá de su propia vida: "cuando salga escribiré un libro", "cuando salga veré a mis hijos", "cuando salga contaré esto al mundo".


 
Como decía Nelson Mandela: "No es valiente quien no tiene miedo, sino quien sabe conquistarlo"

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