Ya hace 14 años que comprendí, en un instante, lo que significaba la felicidad.
Ser madre es la experiencia más increíble que he tenido hasta ahora. Ninguno de mis logros académicos, personales o laborales puede compararse con ella.
Recuerdo que estaba al borde de la desesperación aquel 9 de abril. Nos acercábamos peligrosamente a la semana 42 de gestación y, o nacías espontáneamente, o nos obligaban a las dos a ponernos manos a la obra. Hacía un día soleado y casi caluroso. No estaba nerviosa ya que, por fin, íbamos a ver tu cara.
Sucedió todo muy rápido. Cuando llegué al hospital me informaron que, aunque yo no sentía nada, estaba de parto.
En menos de cuatro horas, al comenzar el día 10, por fin pudimos conocer cómo eras.
A pesar del cansancio, no pude dormir mucho porque no podía dejar de mirarte. Para mí eras el ser más hermoso y extraordinario que, en aquel momento, se encontraba en toda la tierra.
Hoy quiero darte las gracias y me gustaría que, al menos, fueses la mitad de feliz de lo que yo lo fui en aquel instante.
Te quiero.
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