jueves, 16 de mayo de 2013

Querida amiga (III): no pierdas nunca de vista el objetivo


Querida Amiga
Ayer estuve en la consulta del endocrino. Fue, como tantas veces, realmente frustrante.
Fue como toparse contra un muro, porque, como siempre, nos tratan a todas como un número más. Dando por sentado que queremos estar así, que no queremos hacer nada por cuidarnos y que no seremos capaces de conseguir el objetivo. Considerando, casi desde el principio que somos un caso perdido.
En la clínica había mucha gente. Eso sí, tienen un hilo musical, una máquina de café y revistas variadas en una mesa auxiliar. La mayoría de ellas, curiosamente te muestran la suerte que tienen algunas de ser guapas y esbeltas, y yo aquí con estas pintas. A pesar de todo, la puntualidad brilló por su ausencia. Tardaron casi una hora en atenderme. Y, ahora, con la perspectiva de haberme sentido humillada, me doy cuenta de que la espera no mereció la pena.
Nada más pasar a la consulta, sin mediar casi ni los buenos días, me subieron al peso.
No me dieron ni tiempo a explicar el motivo de la consulta cuando empezaron a freírme a preguntas.
- ..Yo venía a…
- Es usted hipertensa, diabética, tiene colesterol? ¿Cuántos años tiene? ¿algún obeso en la familia?
- (vaya realmente se parece mucho al seguro) Verá, tengo 45 años, no padezco ninguna enfermedad y vengo porque deseo perder peso.
- Como todas… ¿Tiene hijos?
- Sí, una de 14 y uno de 10 años.
- ¿Los embarazos y los partos fueron normales?
- Sí.
- ¿Algún obeso en la familia?
- Mi madre tiene también sobrepeso y mi hermana mayor también. No sé cuánto.
- Matilde, pésala.
- Mide 1,75 y pesa xxx kilos.
- En casa pesaba menos esta mañana…
- Normalmente en casa se pesa menos.
- Antes era delgada, con los embarazos, y sobre todo con la lactancia, empecé a engordar.
- Obesidad desde el embarazo.
Socorro! Había aparecido en escena el tremendo número de tres cifras. En ese instante me di cuenta de que estaba hundida. Tuve la sensación de que nunca, nunca, nunca, volvería a ser "normal". De pronto me di cuenta de que la fuerza con la que empecé el día se me iba de las manos. Noté que me mareaba, tuve la sensación de que me iba a caer y de que necesitaba que alguien me cogiera y me abrazara y me dijera que todo iba a salir bien.
Hoy, después de meditar un poco más en frío sobre la consulta de ayer, me doy cuenta de que hasta ahora no me había dado el tiempo suficiente para meditar sobre mis experiencias y mis sentimientos. Las horas de cada día se completan con labores que me absorben todo el tiempo y no me dejan ni un segundo para pensar sólo y exclusivamente en mí. Me doy cuenta de que ahora necesito ese tiempo.
Para finalizar la consulta me dieron una hoja que, estoy segura es la misma para todo el mundo
- Bueno, pues esta es la dieta que debe usted seguir. Venga de nuevo en tres semanas. Debe haber perdido al menos cinco kilos.
Las palabras del endocrino me sacaron de mis pensamientos. Acababa de darme cuenta de que estaba peor de lo que yo creía. Pero él no me miró a la cara, ni me escuchó. Ni siquiera indagó un poquito en lo que como ni en lo que he intentado hasta ahora para perder peso. Y todo eso me resultó realmente frustrante.

Tanto que me dan ganas de tirar la toalla. Espero que esta vez, tú me ayudes a no caer.
Con cariño
Tu amiga Sofía

The long road. Mark Knopfler

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