.... más bien semanas, en los que todo parece ir mal. En que los problemas, por más que pretendas solucionarlos, no hacen más que crecer y crecer como si de una bola de nieve se tratase.
En los que por más que pretendes mantener la serenidad en el alma y la frialdad en la mente para ser justo, razonable y equitativo a la hora de buscar soluciones, lo único que consigues es perder la sonrisa y ganar un tremendo dolor de cabeza de esos que tarda días en quitarse.
Hay veces en los que tu hijo te pregunta ¿porqué? y no sabes qué responderle ya que si le dijeras lo que realmente pasa por tu cabeza sólo contribuirías a que él también perdiera la sonrisa y la inocencia al ver que los adultos, a veces, nos comportamos de forma absurda. Y no sabes qué responderle porque lo que te pide el cuerpo es decirle que detrás de las buenas palabras y las falsas buenas intenciones los adultos sólo tratamos de conseguir nuestro propio beneficio, aunque en el apartado de costes tengas que poner la mirada triste de un niño que no entiende porqué es excluido.
Que detrás de un falso buen rollo lo único que pretendemos los adultos es tejer los hilos para llegar cada uno a su propio objetivo.
Sin embargo esta vez no utilizaré la cabeza sino el corazón para responderle ya que yo, prefiero enseñar a mis hijos que lo verdaderamente importante es luchar por lo que uno cree que es justo. Luchar por la paz, la concordia, la integración.
Que es importante incluir a todos en las reglas del juego.
Que es fundamental hacer nuevos amigos pero no dejar nunca atrás a los viejos.
Que hay que intentar ser siempre elemento integrador y no disolvente.
Que es preferible quedarse un paso atrás y no conseguir el primer puesto sin con ello contribuyo a que todos lleguemos a la meta.
Y seguramente que él, como tantas veces cuando tratamos los problemas que nos preocupan de forma franca y desde el corazón, será capaz de resolver la ecuación de la forma más simple y justa posible.
Lástima que para la mayoría de los seres humanos el instinto primario de proteger la manada, mi manada, prevalezca por encima del bien común. Lástima que no desarrollemos más los valores que nos hacen realmente humanos.
Lástima que para la mayoría de los seres humanos el instinto primario de proteger la manada, mi manada, prevalezca por encima del bien común. Lástima que no desarrollemos más los valores que nos hacen realmente humanos.
Just an illusion. Imagination
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