De hoy no pasa. Si llego al final de este nuevo reto victoriosa habré comprendido cómo he llegado hasta aquí y como encontrar otro camino, mi camino. Si no, quedará como uno más de tantos intentos que inicio y que no acabo.
De hoy no pasa es una expresión muy frecuente en personas que tienen problemas similares a este. Es como un acto reflejo, no exento de ánimo y buenos propósitos, que salta como un resorte cada mañana. Pero la realidad es que la mayoría de las veces el hoy sí pasa, y pasará incluso mañana y el objetivo nunca se alcanza.
Sin embargo, el "de hoy no pasa" no ha entrado en escena como es habitual a primera hora de la mañana, sino que curiosamente ha aparecido muy pasado el medio día y me da la sensación de que finalmente viene en serio. Pero ¿porqué hoy? Quizá porque en unos días cumpliré 47 y es que me da la sensación de que esto del paso del tiempo empieza a darme vértigo.
Aunque realmente no creo que sea sólo el cumplir años. ¿Qué tiene hoy de especial? Estoy haciendo un curso y para comer he entrado en un restaurante vegetariano. Me apetecía variar. Hoy también tiene de particular que hace un día espléndido, soleado, de temperatura agradable. He salido pronto del curso para llegar con tiempo y comer sin prisas. De hecho tengo una hora y media por delante. Aunque como sola, estoy en un restaurante y sé que no tengo que correr y puedo disfrutar de la carta y de las sensaciones auditivas, olfativas y visuales que vienen de la cocina. La comida, no será precipitada e improvisada sino que se me ofrecerá tranquila, serena y programada por los diligentes y agradables camareros. Observo a los demás. La luz del restaurante es anaranjada, lo cual le da un toque de serenidad. Está decorado con flores secas, cuadros de motivos silvestres, muebles rústicos y lámparas que parecen sacadas del arcón de la abuela. Tiene pocas mesas, pero muy acogedoras. Parece que en su interior el tiempo ha parado y por fin han desaparecido las prisas y el estrés de la gran ciudad. No se oyen los coches a pesar de estar en medio de la Gran Vía madrileña, sólo una música relajante y el tenue murmullo de las conversaciones de las mesas vecinas. Incluso parece que a la gente le da cierto pudor romper el silencio y ha cambiado el tono estridente y agresivo cada vez más habitual cuando nos cruzamos por la calle, por una faz relajada y una voz queda.
La carta tiene nombres muy sugerentes. Cierro los ojos y me imagino el Cous Cous con verduritas y aroma de cardamomo, el crujiente de verduras con salsa de soja, la crema de puerros con avena (hummmmmm!). Tomo cada bocado despacio, disfrutando del colorido, de la presentación del plato y de los sabores, algunos, novedosos para mí. Pienso en cómo he podido llegar a lo que soy en la actualidad. Cuando me veo en las fotos no me reconozco y pienso que me será imposible volver atrás nunca más. Y yo creo que ese pensamiento negativo es una fuerza intangible que tira de mí hacia atrás y me obliga a repetir cada mañana, "de hoy no pasa tengo que cuidarme". Analizo qué factores pueden influir en que mi organismo haya decidido dar un giro hasta el punto de haber engordado 30 kilos en siete años.
Por fin he nombrado lo innombrable. Ha sido como quitarme los 30 kilos de golpe. Aunque dicho así, son sólo cifras, en concreto, dos. El 7 y el 30. Pero ¡30 kilos! es algo más que una cifra. 30 kilos entre 7 es algo así como 4,3 kilos cada año. Empieza a parecer un baile de números. Treinta es un número tremendo, pero sólo para mí porque en realidad es un número más, aunque minúsculo, en el infinito mundo de las matemáticas. Es tan tremendo que su evocación en mi mente pesa como una tremenda losa. Es casi la mitad de lo que pesaba antes y supone el tercio que ahora me sobra. Es un número que hace que ahora no me reconozca. Es el año de mi vida en el que todo empezó a cambiar.
Pero ¡basta ya! de lamentaciones. Ya he dicho que de hoy no pasa. Me siento capaz de cambiar lo que no me gusta y de hacer caso a los que con sabias palabras quieren asesorarme. No existen varitas mágicas, no existen pociones milagrosas. Sólo existe la fuerza de voluntad y el autocontrol. Quizá sea el primer paso para conseguir mi objetivo. Por lo tanto la primera frase que hasta ahora me venía a la mente cada mañana cambiará. A partir de este mismo instante, será ....¡Manos a la obra!
(ficción basada en mis charlas con las pacientes que quieren perder peso. Un homenaje a ellas. Algunas han conseguido llegar al final del camino, pero sólo y exclusivamente porque realmente se lo han propuesto)
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