En estos días del año el pueblo espera,
Que venga pronto el Mesías a nuestra tierra
En la ciudad de Belén llama a las puertas
Pregunta en las posadas….y no hay respuesta
La tarde ya lo sospecha; está alerta.
El sol le dice a la luna que no se duerma.
A la ciudad de Belén, vendrá una estrella,
vendrá con todo el que quiera cruzar fronteras
(La Virgen sueña caminos. Canción de Adviento)
Vivimos momentos de
dificultad e incertidumbre, pero es precisamente en estos retos de la vida en
los que tenemos la libertad para crear cualquier cosa que deseemos. Así que no perdamos la ilusión de seguir trabajando por un mundo
mejor.
Puede que el 2014 nos traiga, entre otras sorpresas, la marea privatizadora de nuestro jefe que parece, de forma silenciosa como la tempestad que precede a la calma, seguir adelante irremediablemente. Puede que los centros sean gestionados por EBAs y sean ocupados por profesionales más JASP (jóvenes absoluta y sobradamente preparados) pero de lo que estoy segura es de que no vendrán médicos de familia más entregados día a día a sus pacientes que muchos compañeros con los que tengo el honor de trabajar y haber trabajado.
Mientras el futuro trae lo que tenga que venir, quiero resumir mi año profesional en momentos que han ido ocupando mi mochila.
Algunos buenos, otros tristes, otros conflictivos.
1. La Alegría por la feliz espera de un hijo y por su nacimiento. Por el nacimiento de un nieto. Por recibir, al fin, buenas noticias. Por alivio al saber que los resultados están bien. También porque he conseguido un trabajo o he resuelto el conflicto con mi pareja, mis hijos o mis padres.
2. La Tristeza por la vivencia de una enfermedad que no tiene cura, por acompañar a un ser querido en su sufrimiento, por la muerte de mi marido, de mi madre o de un hijo. Por no poder quedarme embarazada.
3. La Rabia y la Frustración por vivir situaciones de conflicto en el trabajo, en la familia, en el matrimonio o en la consulta. Por no conseguir algunas cosas que deseamos. Al saber que mi enfermedad es crónica y no tiene cura. Al darme cuenta que me voy haciendo mayor y tengo mis limitaciones. Por no ser capaces de superar tantas crisis de pareja.
4. La Rebeldía porque no "quiero hacerme los controles" de mi tensión o mi azúcar, hasta que tengo un susto. Porque me resisto a hacerme mayor.
5. La Incertidumbre ante el futuro, hasta que conozca el resultado de mis pruebas,
6. El Miedo a un embarazo inesperado, a una intervención quirúrgica, a empezar a utilizar un tratamiento nuevo. A ser tratado diferente por no tener recursos, por ser de distinta raza o religión.
7. La Angustia de vivir en un país extranjero sin familia ni amigos a los que recurrir si me pasa algo, por no poder acudir al funeral de mi padre fuera de España o por vivir la enfermedad de un hijo desde la distancia insalvable de miles de kilómetros y un océano.
Seguramente hay muchas más. Detrás de todas ellas están las caras de muchas personas que no puedo ni debo nombrar pero a las que quiero agradecer que me permitan compartir con ellos todos estos momentos y alegrarme, entristecerme, dudar, sentirme frustrada en tantos momentos. Porque así puedo seguir aprendiendo cada día de todos los matices de las emociones que podemos tener cómo podemos enfrentarnos al proceso de la salud y de la enfermedad.
A veces uno se empeña en esperar cosas que no llegan. Un detalle, una mirada, una pregunta de verdadero y sentido interés por tu vida. Lo realmente importante no se compra en una tienda.
Y de pronto, recibes un regalo de alguien inesperado.
Que te regalen algo que alguien ha hecho para ti con sus propias manos no tiene precio pero, si se acompañan de palabras como "nunca olvidaré cómo se alegró usted, conmigo, cuando mis resultados dieron bien", es absolutamente único.
Gracias a ti. Por comprender que mi trabajo es precisamente ese. ACOMPAÑAR Y CUIDAR.
Un día llegas a casa y te das cuenta de que todo ha cambiado.
En realidad has tenido un presentimiento al salir del trabajo. Hace tiempo que no sientes la necesidad de salir corriendo porque necesitas verle.
Ya no te sientes triste cuando sale de viaje ni cuentas las horas para que vuelva.
Parece algo simple, pero, de pronto, ya no os miráis ni os buscáis como antes.
Las obligaciones y las preocupaciones de cada día han ido formando un muro cada vez más alto entre los dos.
Puedes intentar acercarte a él todo lo que quieras. Siempre encontrarás algo que se interponga entre vosotros. Una llamada del trabajo, el llanto de tu hijo, la llamada de tu madre.
Puedes intentar encontrarte en su mirada, que hasta hace poco te buscaba cómplice. Siempre habrá algún motivo para sentirla esquiva.
Todas las palabras parecen malintencionadas o malinterpretadas.
Con sólo miraros comprendíais perfectamente lo que sentía o necesitaba el otro.
Ahora, ni siquiera la palabra basta para hacerle entender cómo te sientes.
En cada intento de conversación, lo único que sale de vuestras bocas es un reproche.
El nosotros ha desaparecido para dejar paso al yo.
Mientras las lágrimas brotan en tus ojos y la angustia se apodera de tu corazón piensas ¿En qué punto comenzó todo? ¿Es posible retornar al principio?
Lamentablemente sabes que, en la mayoría de las ocasiones, este instante indica un punto de no retorno.
A un passo dal possibile
A un passo da te
Paura di decidere
Paura di me
Di tutto quello che non so
Di tutto quello che non ho
Eppure sentire
Nei fiori tra l'asfalto
Nei cieli di cobalto - c'è
Eppure sentire
Nei sogni in fondo a un pianto
Nei giorni di silenzio - c'è
Un senso di te
C'è un senso do te
Eppure sentire
Nei fiori tra l'asfalto
Nei cieli di cobalto - c'è
Eppure sentire
Nei sogni in fondo a un pianto
Nei giorni di silenzio - c'è
Un senso di te
C'è un senso di te
Un senso di te
C'è un senso di te