martes, 4 de marzo de 2014

La paz, esa frágil paloma


Conozco varias familias destrozadas por conflictos armados que pueden parecer lejanos pero que, en realidad, están mas cerca de lo que creemos.
 
Hombres y mujeres que tienen familia en Siria, Egipto o Ucrania. Conflictos que parecen no ir con nosotros hasta que, de pronto, se hacen presentes en sus rostros y en sus miradas de desaliento. La desesperación y la angustia de no saber qué suerte corren los seres que más queremos, no entiende de culturas ni religiones.

No hace mucho atendí a una paciente de Siria que había viajado recientemente a su país y que aún sentía el miedo en su interior recordando lo que allí había vivido. La angustia de dejar a sus familiares más allegados en un país en guerra está presente en cada minuto de su día a día.

Ayer, una paciente de Ucrania me dijo: "Doctora, qué triste estoy por todo lo que está sucediendo. Tengo allí familiares y amigos y vivo angustiada por ellos. Mi hija y mis nietos viven constantemente angustiados por lo que puede suceder.Por favor, rece por la paz de mi país".

Así será. No lo dudes.

Aunque no sé hasta dónde puede llegar esta locura tan humana llamada ambición.


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