viernes, 3 de enero de 2014

Ya vienen los Reyes Magos, ya vienen los Reyes Magos....

Queridos Reyes Magos:


Ya sabéis, porque me conocéis desde hace mucho tiempo, que ya hace años que no pido nada para mí.
Pero este año sí me he decidido a escribiros una carta con mis peticiones, adelantándome a mi hermano pequeño, que es el que suele hacerlo por todos.
El 2013 ha sido un mal año. Es posible que desde hace más de una década, cada uno de los años que hemos ido terminando han tenido el mismo calificativo. Pero a mí me da la sensación de que este ha sido especialmente malo.
Hasta ahora, muchas de las malas noticias que nos cuentan en los medios de comunicación parecían no afectarnos directamente pero durante el 2013 yo sí le he puesto cara a muchas de ellas.
1. Guerra: conozco varias familias destrozadas por conflictos armados que parecen lejanos a nosotros como Siria o Egipto,  pero que de pronto se hacen presentes en sus rostros y en sus miradas de desaliento. La desesperación y la angustia de no saber qué suerte corren los seres que más queremos, no entiende de culturas ni religiones.
2. Paro, miseria, hambre: muchas personas que están más cerca de nosotros de lo que podemos imaginar, no tienen lo suficiente para llegar a final de mes ni para tener un techo en el que cobijarse, ni se sienten dignos por no tener un trabajo para poder sacar adelante a sus familias sin tener que pedir ayuda a otros.
3. Desarraigo: en la cara de tantos emigrantes e inmigrantes que conozco. Muchos de ellos solos, sin familia y, a veces sin amigos, cerca con los que compartir tantos momentos cotidianos.
4. Enfermedad: vivir una enfermedad grave o incurable en las propias carnes o en la de un ser querido es una experiencia devastadora. Y más cuando a ello se suma la soledad de ser inmigrante sin familiares cerca.
5. Desencuentros, rupturas de pareja.
6. Violencia de género.
7. Pérdida de un ser querido. Más dura aún cuando se trata de un hijo.
 
 
Podría seguir enumerando tantas situaciones que son más cotidianas de lo que podemos imaginar que no tendría fin y me imagino que tenéis que leer muchas más peticiones.
 
Yo no quiero pedir para mí nada más que una cosa: fuerza para seguir tendiendo la mano a todos los rostros que tengo en mi mente al escribir esta carta.
 
Espero que seáis generosos conmigo y me traigáis un saco bien grande.
 
 

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